La Educación y Globalización
El uso de los términos “internacionalización”, “globalización” o “mundialización” ha dado lugar a un amplio debate que trasciende el ámbito académico. Mientras unos piensan que ellos son sinónimos, los otros subrayan diferencias significativas acerca del mundo contemporáneo.
Como sea, todas las interpretaciones coinciden
en un punto: la revolución científica y tecnológica ha
transformado a la sociedad en un grado y profundidad
insospechada. En general, hay una extensa preocupación por los aspectos económicos, financieros o,
incluso, por las corrientes migratorias en nuestro continente, pero no hay una reflexión suficiente respecto
a la educación y, en especial, a la universidad como
factor clave en cualquier proceso de modernización,
lo cual me parece indispensable.
Por eso mismo, en términos de la educación es
importante reconocer el significado de las nuevas
tecnologías, pero cada vez es más necesario preguntarnos por la naturaleza de los valores que las sociedades desean mantener, reproducir o cambiar. En otras
palabras, si reconocemos el hecho de la globalización
como un dato objetivo de la realidad, la pregunta
acerca de cómo transformarnos para convivir con
ella, pasa obligatoriamente por la reflexión serena y
profunda sobre qué esperamos de la educación hoy
día: ¿Educación para toda la vida, capacitación para
el trabajo, educación permanente y así un largo etcétera? Son preguntas que hoy se nos plantean bajo
la óptica de ese cambio global que nos condiciona y
afecta en todos los órdenes de la vida.
Nuestra debilidad tecnológica es
patente y, por consiguiente, carecemos de competitividad para afrontar los desafíos de un mundo cada
vez más complejo e interrelacionado. Son conocidas
igualmente las dificultades financieras que nos asaltan,
convertidas en crisis recurrentes que echan abajo
cualquier posible avance. Vivimos, pues, en un horizonte de necesidades insatisfechas, donde prevalece
la desigualdad, la exclusión social como componente
estructural del modelo económico. Y por si fuera poco,
en las décadas recientes sufrimos la devastación paulatina de las riquezas naturales. El hábitat se destruye
a ojos vistas, causando problemas que repercutirán en
la calidad de la vida humana sobre la Tierra.
A todo eso había que agregar el reconocimiento
de que es absolutamente indispensable pensar estratégicamente en la formación de recursos humanos. Se requiere, hay que
decirlo una vez más, de toda una reforma educativa
“La educación es la principal inversión de infraestructura en la era de la información. Pero la reforma
educativa no consiste sólo en mayor escolarización
o en introducir Internet en las escuelas. Pasa, sobre
todo, por la formación de los formadores, tanto en
método pedagógico como en conocimientos especializados y en familiaridad con las nuevas herramientas
tecnológicas.... Implica también una utilización de
las nuevas formas de enseñanza virtual que aceleran
la formación de los formadores y permiten quemar
etapas.
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